Hoy es el santo de Tomás y mañana el de Soledad. Pero, para mí, lo importante es que ayer -como contó en su entrada Mary Rec- fue 9 de octubre, Día de la Comunidad Valenciana, fecha en que se conmemora la entrada a la ciudad de Valencia del rey Jaime I en 1238.




La conquista y formación del Reino de Valencia no se culminó hasta 1304-1305 con la Sentencia Arbitral de Torrellas y el Tratado de Elche, y el territorio actual no adquirió la extensión que hoy conocemos hasta 1851 con la incorporación de Requena y Utiel.
Es una celebración con larga tradición desde el siglo XIV, introducida por el rey Jaime II de Aragón. En cambio, a nivel de todo el territorio de la Comunidad Valenciana, se trata de una celebración institucional contemporánea que tiene su origen en el año 1976, cuando en el Plenario de Parlamentarios se proclama para esa fecha el Día Nacional del País Valenciano, y que finalmente adoptó la denominación actual de Día de la Comunidad Valenciana.
El 9 de octubre de 1338 (primer centenario de la conquista de Valencia), el Consell de la ciudad, dispuso realizar una procesión de conmemoración para pedir a San Dionisio la remisión de la hambruna que en aquellos años asolaba el Reino de Valencia por las malas cosechas. Participaron todos los estamentos de la ciudad, las corporaciones de oficio y el pueblo, aunque no así el rey Pedro el Ceremonioso, que se encontraba aún en la ciudad tras jurar los Fueros, rehusando participar alegando motivos de salud. En su lugar, se llevó el Pendón de Conquista como estandarte real para simbolizar la presencia del rey.
Desde entonces, se determinó hacer la misma procesión, aunque con menor suntuosidad, todos los 9 de octubre, como así ha sido. Únicamente durante un tiempo fueron suspendidas o prohibidas tras los Decretos de Nueva Planta firmados por Felipe V de Borbón. Durante la dictadura de Franco, si bien quitó el carácter festivo del día, no se suspendió la procesión cívica de la Señera.
Más tarde, los actos del Nou d'Octubre también se caracterizaron por contener reivindicaciones políticas, especialmente las referidas al autogobierno valenciano. En 1891 tuvo lugar la primera celebración en este sentido, por la asociación Lo Rat Penat; en 1915 tuvo un marcado carácter nacionalista por convocarlo las Joventuts Valencianistes con su Aplec del Puig; y en 1931 se exaltaba el carácter "democrático" de Jaume I desde las instituciones republicanas. Tras el inicio de la dictadura de Franco, la celebración estuvo generalmente prohibida, y sólo se celebró en casos muy puntuales y siempre en el contexto del concepto de la "Unión Nacional" entre Aragón y Castilla.
Durante la Transición democrática, la Mesa de Fuerzas Políticas y Sindicales del País Valenciano (TFPSPV) acordó el 15 de septiembre de 1976 que esa fecha se celebrase el "Día Nacional del País Valenciano". Para este día se convocó en Valencia una manifestación, a pesar de estar prohibida, bajo el lema de "Llibertat, amnistía, estatut d'autonomia", y en el que participaron cerca de medio millón de personas.
Al año siguiente, en la misma fecha del 9 de octubre, el Plenario de Parlamentarios asumió el mismo acuerdo. En aquel año, tras la firma del "Compromiso Autonómico del País Valenciano" entre los partidos con representación parlamentaria (UCD, PSOE, PSV, PCPV, etc.), entre otros, tuvo lugar otra manifestación, bajo la reividicación Ahora, queremos el Estatuto ("Ara, volem l'Estatut"), y al que asistieron alrededor de 600.000 personas. En Alicante, durante la pegada de carteles, fue asesinado el joven alicantino Miquel Grau como resultado de la herida que le produjo un ladrillo lanzado desde lo alto de un edificio.
Tras la aprobación del Estatuto de Autonomía en 1982, la celebración continúa realizándola institucionalmente el Gobierno Valenciano y el Presidente de la Generalidad Valenciana, con recepciones y otros actos. 
El 9 de octubre es también la festividad de San Dionisio (sant Dionís), considerado tradicionalmente el patrón de los enamorados, por lo que es costumbre en este día regalar la mocaorà, un pañuelo de seda anudado en cuyo interior se colocan dulces de mazapán elaborados artesanalmente por los reposteros valencianos. Estos dulces consisten en los tradicionales pasteles denominados Piruleta y Tronador -pequeñas barras de mazapán, hecho con partes iguales de almendra y azúcar rellenas de yema-, junto a pequeños mazapanes con forma de todo tipo de frutas y alimentos.
Y de esta manera tan dulce, me despido hasta el lunes, día en que se celebra la fiesta de la Virgen del Pilar y también la Hispanidad. ¡¡¡Cuidaos!!!